Hay cosas en la vida que en serio uno quisiera que duraran para siempre, que aguantaran un poquito más. Hoy ando con esa cuestión en la cabeza, pensando cómo es que las cosas bonitas y sabrosas de la vida duran un poquitín y las cosas que hacen daño y que duelen, parecieran perseguirnos para siempre.
Creo que las cosas buenas duran poco para que uno no se acostumbre (ni que fuera feria), porque si uno se acostumbra se olvida de su propia condición y de sus propias capacidades; uno se limita, se queda parado ahí en su "zona cómoda", entre acostumbrado y resignado. Es como cuando toca levantarse en la mañana y uno siente que no quiere salir de la cama y menos de debajo de ese ponchito que se pasó calentando toda la noche y justo en ese momento está tan rico como para seguir durmiendo otro ratito. Lo chistoso, siguiendo con la analogía, es que uno no se da cuenta que el ponchito está tan calientito y rico para seguir durmiendo, hasta que se despierta, deja de dormir (y probablemente de soñar) y cae en cuenta que es momento de dejarlo, de levantarse y salir al friíto mañanero.
A veces me pregunto si lo constante en la vida es lo malo, lo que duele, lo que hace daño, y si los momentos buenos son pequeños subidones que nos ayudan a agarrar algo de fuerzas para caer nuevamente a la recta fría de la vida.
Cómo quisiera perpetuar, por ejemplo, alguna tarde tomando un café con alguien en medio de una buena conversación. Como quisiera que durara para siempre un beso en el cine con los ojos bien apretaditos o un abrazo sincero y bien apretujado, de esos que terminan dándole a uno algo de esperanza en los momentos más crudos y fríos de la vida.
Quisiera que nunca terminara esa chingadera en la que uno no puede dejar de reírse o el día que la persona que amás te dice que también te ama (y que probablemente te ama más).
Como quisiera que durara para siempre Teardrop de Massive Attack o Hands Of Time de Groove Armada o Get Free de The Vines, o el Día Que Teco Temió o la promesa del amor eterno que a veces se llena de polvo guardada en el closet.
Es que uno termina sintiendo que ese trocito de tiempo duró menos que un parpadeo... el recuerdo de lo bueno es más borroso a veces que el de lo malo. Lo malo ahí está, chinga que chinga, jode que jode, asaltándolo a uno en cada esquina, en cada canción, en cada poema, en cada blog, en cada noticia. Se va uno a dormir y lo malo se aparece para jalarle a uno los pies. Se queda dormido uno y lo malo se aparece hasta en los sueños. Es terco lo malo, no entiende que uno ya no lo quiere sentir.
Me pregunto si habrá alguna forma de dejar pasar el mal sabor de boca que deja una mala pasada, una mala tazada, una mala jugada... es que todo está en la mente, pero lo malo es que es también en la mente que uno se termina jodiendo a uno mismo y el problema no es en sí el daño, sino el desgaste, el cansancio.
En fin... supongo que así es la vida y lo bueno se da de a poquito y de vez en cuando. A uno le quedan siempre ganas de sentir para siempre esa sensación de seguridad, comfort y aprecio que a veces cuesta tanto que se repita y peor aún: no llega como uno la esperaba...
Supongo que al final no es tan malo como parece porque al rato llega siempre algo mejor aunque disfrazado y con la cara cambiada, así que no quedará más que aguantarse el intermedio y seguir caminando.
No sé, es sólo una idea que cargaba en mente después de leer el post de qiro en su blog y ser víctima de una invasión de nostalgia en la madrugada.
Creo que las cosas buenas duran poco para que uno no se acostumbre (ni que fuera feria), porque si uno se acostumbra se olvida de su propia condición y de sus propias capacidades; uno se limita, se queda parado ahí en su "zona cómoda", entre acostumbrado y resignado. Es como cuando toca levantarse en la mañana y uno siente que no quiere salir de la cama y menos de debajo de ese ponchito que se pasó calentando toda la noche y justo en ese momento está tan rico como para seguir durmiendo otro ratito. Lo chistoso, siguiendo con la analogía, es que uno no se da cuenta que el ponchito está tan calientito y rico para seguir durmiendo, hasta que se despierta, deja de dormir (y probablemente de soñar) y cae en cuenta que es momento de dejarlo, de levantarse y salir al friíto mañanero.
A veces me pregunto si lo constante en la vida es lo malo, lo que duele, lo que hace daño, y si los momentos buenos son pequeños subidones que nos ayudan a agarrar algo de fuerzas para caer nuevamente a la recta fría de la vida.
Cómo quisiera perpetuar, por ejemplo, alguna tarde tomando un café con alguien en medio de una buena conversación. Como quisiera que durara para siempre un beso en el cine con los ojos bien apretaditos o un abrazo sincero y bien apretujado, de esos que terminan dándole a uno algo de esperanza en los momentos más crudos y fríos de la vida.
Quisiera que nunca terminara esa chingadera en la que uno no puede dejar de reírse o el día que la persona que amás te dice que también te ama (y que probablemente te ama más).
Como quisiera que durara para siempre Teardrop de Massive Attack o Hands Of Time de Groove Armada o Get Free de The Vines, o el Día Que Teco Temió o la promesa del amor eterno que a veces se llena de polvo guardada en el closet.
Es que uno termina sintiendo que ese trocito de tiempo duró menos que un parpadeo... el recuerdo de lo bueno es más borroso a veces que el de lo malo. Lo malo ahí está, chinga que chinga, jode que jode, asaltándolo a uno en cada esquina, en cada canción, en cada poema, en cada blog, en cada noticia. Se va uno a dormir y lo malo se aparece para jalarle a uno los pies. Se queda dormido uno y lo malo se aparece hasta en los sueños. Es terco lo malo, no entiende que uno ya no lo quiere sentir.
Me pregunto si habrá alguna forma de dejar pasar el mal sabor de boca que deja una mala pasada, una mala tazada, una mala jugada... es que todo está en la mente, pero lo malo es que es también en la mente que uno se termina jodiendo a uno mismo y el problema no es en sí el daño, sino el desgaste, el cansancio.
En fin... supongo que así es la vida y lo bueno se da de a poquito y de vez en cuando. A uno le quedan siempre ganas de sentir para siempre esa sensación de seguridad, comfort y aprecio que a veces cuesta tanto que se repita y peor aún: no llega como uno la esperaba...
Supongo que al final no es tan malo como parece porque al rato llega siempre algo mejor aunque disfrazado y con la cara cambiada, así que no quedará más que aguantarse el intermedio y seguir caminando.
No sé, es sólo una idea que cargaba en mente después de leer el post de qiro en su blog y ser víctima de una invasión de nostalgia en la madrugada.
Comentarios
Los momentos especiales se vuelven constumbre como la analogia del ponchito que vos decis, cuando se deja de trabajar en ello se pierde lo especial si no es que se pierde todo, lo digo por experiencia personal.
La vida sigue y no es color de rosa, asi que a seguir viviendo y aprendiendo de lo que ya paso.
Hay veces que le caen a uno angelitos del cielo (metaforicamente) y uno los ignora y luego anda llorando porque se van..
Salu2