No hemos quedado al otro lado, no al menos como dice la canción, no quedamos tendidos en las brasas de un sol anochecido por la fuerza, no es para tanto dicen los sueños, no deberías tener ese rostro de atardecer atravesado por el mar.
Es que la muerte sucede de a poquitos, y al implorar un secreto nombre antes de caer devuelve desmembrado el cuerpo de una pregunta parecida al silencio, y algo se muere, sí, se vuelve barro y retorna con el protocolo de un barco viajando de regreso a tierra.
No se pierde el niño, no se asusta, la intuición de que el amor existe y señalar con el dedo pronunciando “viste que es verdad, viste”, mientras al otro lado, la vida le acaricia el cabello con esa su manera peculiar de responder, como diciendo “sí nene, está bien, ya vámonos”.
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