Hablando de amor, me viene a la mente, el amor que los tatas le tienen a uno. Uno pudo haber nacido morado y feito (como en mi caso) y aún así, parecer un querubín a su madrecita... y no es para menos, después de 8 horas de parto lo menos que pueden es sentirse orgullosas de ese trocito de carne, sangre de su sangre. Un par de meses atrás, mi prima tuvo a su bebecito, algo que probablemente no estaba dentro de sus planes a corto plazo. A lo que voy es que es increíble cómo la noticia y todo el trayecto hasta el día del parto se desarrolla ese "nosequé" que sólo las mamás pueden desarrollar y les cambia rotundamente la idea de lo que es "su vida". Es que su vida ya no es de ellas, es que ahora su vida mide poco más de 30 cms. y pesa unas 6 libras y pico. Las mujeres desarrollan tan rápidamente ese "amor materno" que es increíble como son capaces de mover todo a un lado y enfocarse en ese bodoquito que ni nombre tiene.
Uno crece, caga, come, caga, come, caga, chilla, mama, chilla, come, caga y vuelve a chillar, y la madrecita está día y noche velando al patojito pa' que crezca bien. De hecho, a veces uno reflexiona sobre su actuar y hasta el "menosprecio inconsciente" que le tiene muchas veces a su mamá, que porque ella no sabe, que porque su rollo es la casa, que porque cómo jode... en fin, miles de razones por las que uno de hijo se siente superior. Y aún así, llega uno a la casa y con todo y nuestra mala cara, ahí'sta ya colgado el pantalón planchadito para mañana y aunque sea una tacita de café para el aguante necesario para trasnochar haciendo el proyecto. Si hay alguna definición para santidad, creo que nuestra mamás se lo llevan.
Uno crece, caga, come, caga, come, caga, chilla, mama, chilla, come, caga y vuelve a chillar, y la madrecita está día y noche velando al patojito pa' que crezca bien. De hecho, a veces uno reflexiona sobre su actuar y hasta el "menosprecio inconsciente" que le tiene muchas veces a su mamá, que porque ella no sabe, que porque su rollo es la casa, que porque cómo jode... en fin, miles de razones por las que uno de hijo se siente superior. Y aún así, llega uno a la casa y con todo y nuestra mala cara, ahí'sta ya colgado el pantalón planchadito para mañana y aunque sea una tacita de café para el aguante necesario para trasnochar haciendo el proyecto. Si hay alguna definición para santidad, creo que nuestra mamás se lo llevan.
Pero la tarea no es de una persona: detrás de todo, a la expectativa, con sus canas y su ceño fruncido, casi siempre está un señor de bigotes, traje, corbata y ataché. El papá, el tata. Ese señor que algunas veces sin querer queriendo, firmó nuestro boleto de entrada a este mundo. Durante todo el trayecto de nuestras vidas el señor este se queda muchas veces al margen de lo que hacemos, mientras nuestra mamá lo tiraniza haciéndolo el dueño de nuestro temor porque la mamá regaña, pero el tata es el que corrije. El padre de uno se mueve entre la idea del Tirano y la imagen del Superhéroe.
Con todo y todo, los papás sacan lo mejor de nosotros. Mientras nuestra madrecita nos regaña, nos pellizca, nos grita para luego consentirnos, nuestros papás generalmente dicen poco, simplemente juegan con nuestra mente y a veces hasta duele más un "me decepcionaste" a secas de un padre que un "... andá limpiá tu cuarto vos huevonote, todo el día ahí acostadote, rascándote la panza, cuando yo tenía tu edad... bla, bla, bla..." de una mamá. Es que los papás no se complican, generalmente han vivido más, son más prácticos y capaces de transmitir todo lo que uno necesita saber, con los dichos de su abuelo.
En algunas ocasiones, las cosas y los roles son distintos, cruzados o hasta encaramados en una sóla persona cuando se trata de mamás o papás solteros o divorciados, pero siempre existen esas dos personas, que nos guían, que nos hacen sacar huevos de donde se pueda para salir adelante y que a veces, cuando uno está que tira la toalla a las dos de la mañana por un proyecto cochino de la U, son capaces de levantarse, preparar una tacita de cafecito y sentarse a la par tuya, sin decir nada, con cara de sueño y espanto, para que no te sintás solo.
A esas personas nos debemos, a esas personas que nos enseñan todo, ya sea para bien o para mal, enseñándonos todo lo que queremos o no queremos llegar a ser, a esas personas que con todo y tus berrinches y desmadres, son capaces de decirte con una mirada o un sutil gesto, que te aman.
Referencia: La Vida Es Bella de Roberto Benigni.
Creo que no hay película que deje tan claro el asunto como ésta.
Con todo y todo, los papás sacan lo mejor de nosotros. Mientras nuestra madrecita nos regaña, nos pellizca, nos grita para luego consentirnos, nuestros papás generalmente dicen poco, simplemente juegan con nuestra mente y a veces hasta duele más un "me decepcionaste" a secas de un padre que un "... andá limpiá tu cuarto vos huevonote, todo el día ahí acostadote, rascándote la panza, cuando yo tenía tu edad... bla, bla, bla..." de una mamá. Es que los papás no se complican, generalmente han vivido más, son más prácticos y capaces de transmitir todo lo que uno necesita saber, con los dichos de su abuelo.
En algunas ocasiones, las cosas y los roles son distintos, cruzados o hasta encaramados en una sóla persona cuando se trata de mamás o papás solteros o divorciados, pero siempre existen esas dos personas, que nos guían, que nos hacen sacar huevos de donde se pueda para salir adelante y que a veces, cuando uno está que tira la toalla a las dos de la mañana por un proyecto cochino de la U, son capaces de levantarse, preparar una tacita de cafecito y sentarse a la par tuya, sin decir nada, con cara de sueño y espanto, para que no te sintás solo.
A esas personas nos debemos, a esas personas que nos enseñan todo, ya sea para bien o para mal, enseñándonos todo lo que queremos o no queremos llegar a ser, a esas personas que con todo y tus berrinches y desmadres, son capaces de decirte con una mirada o un sutil gesto, que te aman.
Referencia: La Vida Es Bella de Roberto Benigni.
Creo que no hay película que deje tan claro el asunto como ésta.
Comentarios