Salgo hoy de la casa... algo corriendito: para variar un poco, voy ya tarde, tal vez no como siempre, pero de que se me pasó la hora, se me pasó la hora.
Paso por donde hace dos días un camionetero imprudente que hizo parada donde le pegó la regalada gana, un ladrón motorizado hijo de puta (y probablemente hijo de algún camionetero imprudente que hizo parada donde le pegó la regalada gana) confabularon sumados a mi propia imprudencia, para crear el momento ideal para que se llevara a cabo el robo de mi celular (este párrafo llevaba en mente en ese momento). Atrás de mi viene una manada de motoristas zigzagueando entre los carrros y de momento creo ver al hijo de puta. Maldita psicósis: me tiemblan las manos.
El motorista me rebasa, pasa a mi lado, se va a la mierda. Respiro tranquilo.
Llego al paso entre la San Juan y la Roosevelt: la hilera de carros que quieren entrar al carril reversible es del tamaño de la cuadra. Paciencia, paciencia...
Tomo el carril reversible y finalmente me estoy moviendo.
Paso el Trébol, y en mi interior me río de los pobres que se ven atorados detrás de mil camionetas conducidas por más camioneteros imprudentes que hacen paradas donde se les pega la regalada gana (es como una plaga que infecta nuestras calles en la ciudad, junto con los taxistas y los motoristas hijos de puta).
De repente (todavía me estoy ríendo dentro) uno de esos mentados motoristas se le cruza a un carro que va delante del que va delante de mí. El Miata verde frena, el Corolla gris frena pero no lo logra: choca al Miata verde. Yo, absorto aún en mis pensamientos burlones, me doy cuenta del frenón del Corolla gris. Freno. Tampoco lo logro. Choco al Corolla gris.
Tengo ganas de atropellar a unos 30 motoristas hijos de puta. Pero sólo a esos, a los hijos de puta, aunque no sé si hay de otro tipo.
No fue hasta la hora de almuerzo, que examiné el resultado del "encuentro" frenético, que me di cuenta que el capó de mi carro se dobló. Ahora no sé si podré verlo a la cara (a mi carro).
Paso por donde hace dos días un camionetero imprudente que hizo parada donde le pegó la regalada gana, un ladrón motorizado hijo de puta (y probablemente hijo de algún camionetero imprudente que hizo parada donde le pegó la regalada gana) confabularon sumados a mi propia imprudencia, para crear el momento ideal para que se llevara a cabo el robo de mi celular (este párrafo llevaba en mente en ese momento). Atrás de mi viene una manada de motoristas zigzagueando entre los carrros y de momento creo ver al hijo de puta. Maldita psicósis: me tiemblan las manos.
El motorista me rebasa, pasa a mi lado, se va a la mierda. Respiro tranquilo.
Llego al paso entre la San Juan y la Roosevelt: la hilera de carros que quieren entrar al carril reversible es del tamaño de la cuadra. Paciencia, paciencia...
Tomo el carril reversible y finalmente me estoy moviendo.
Paso el Trébol, y en mi interior me río de los pobres que se ven atorados detrás de mil camionetas conducidas por más camioneteros imprudentes que hacen paradas donde se les pega la regalada gana (es como una plaga que infecta nuestras calles en la ciudad, junto con los taxistas y los motoristas hijos de puta).
De repente (todavía me estoy ríendo dentro) uno de esos mentados motoristas se le cruza a un carro que va delante del que va delante de mí. El Miata verde frena, el Corolla gris frena pero no lo logra: choca al Miata verde. Yo, absorto aún en mis pensamientos burlones, me doy cuenta del frenón del Corolla gris. Freno. Tampoco lo logro. Choco al Corolla gris.
Tengo ganas de atropellar a unos 30 motoristas hijos de puta. Pero sólo a esos, a los hijos de puta, aunque no sé si hay de otro tipo.
No fue hasta la hora de almuerzo, que examiné el resultado del "encuentro" frenético, que me di cuenta que el capó de mi carro se dobló. Ahora no sé si podré verlo a la cara (a mi carro).
Comentarios
Bueno mano, de momento a esperar que la mala racha pase......
El trafico es una mierda en cualquier pais, desafortunadamente en nuestro es una mierda y un gran porcentaje del trafico tambien es una mierda.